En los intrincados caminos de la política y el poder, un juego sutil y peligroso se despliega sobre los yucatecos. Con su cuarto de guerra secuestrado por puros cercanos a la frívola, ambiciosa exgobernadora Ivonne Ortega Pacheco, el candidato a la gubernatura de Morena, Joaquín Díaz Mena, ha desatado un movimiento que estremece los cimientos de la seguridad en el estado.
El nombre resuena como un eco ominoso: “ivonnismo”. Con él, llega una figura sombría, la de Héctor José Cabrera Rivero, excuñado de Ibom de corazón, oscuro emblema del pasado político yucateco, como posible jefe policíaco. La reciente inclusión de Héctor Cabrera en el círculo íntimo de Díaz Mena, no es un mero gesto político, sino un desafío directo a la estrategia de seguridad forjada por el veterano cerverista Luis Felipe Saidén Ojeda.
Los corazones yucatecos se estremecieron ante la osadía de esta propuesta. ¿Acaso se trata de un juego con fuego, de poner en jaque la seguridad de la tierra de los mayas? Héctor Cabrera, con su pasado manchado por los tiempos turbulentos del quinquenio de Ivonne Ortega, cuando fue fiscal de Yucatán, emerge como una figura desafiante, deslizable y enemiga declarada de la visión de Saidén Ojeda.
Las mentes se llenaron de recuerdos amargos, de tiempos oscuros marcados por la violencia que se arremolinaba en los rincones de la entidad. Los derramamientos de sangre en los pasos deprimidos de Mérida resonaban como cicatrices aún frescas en la memoria colectiva. La sombra del narcotráfico se había cernido sobre Yucatán durante aquellos años, revelándose en horrores como los descabezados que poblaron los titulares de la prensa.
¿Acaso Díaz Mena pretende vender esta visión sombría de seguridad a los votantes? ¿Esta Yucatán al borde de una nueva era de turbulencia, de desafíos que amenazaban con desgarrar la paz de sus calles?, ¿Seguirá Yucatán el mal ejemplo de seguridad pública que representa Morena en Quintana Roo y Campeche?
La preocupación se extiende como una sombra ominosa sobre el horizonte político del estado. La sospecha de que Morena podría estar transformándose en una versión renovada de un pasado turbio, de un PRI resucitado, suscita temores profundos entre la ciudadanía. En este juego peligroso, los yucatecos deben permanecer alerta, sopesar con cautela las implicaciones de las decisiones políticas que se desplegan ante ellos, antes de confiar su voto en las próximas elecciones.
